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VIVIENDA UNIFAMILIAR K128

 

PROYECTO: 2004

EJECUCION: 2004-2006

SUPERFICIE CUBIERTA: 380M2

UBICACIÓN: Kentucky club de campo, Santa fe, Argentina

PROYECTO: ARQ. ALEJANDRO BELTRAMONE, ARQ. MARCELO PONZELLINI

COORDINADOR DEL PROYECTO: ARQ. MARIANO LEGUIZAMON

COLABORADORES: Arq. M. Grivarello Bernabé, Arq. M. Leguizamón, Arq. C. Pizzolitto, Arq. M. Tourn, Arq. F. Yaqüinto.

 

Memoria descriptiva

Ubicada en el barrio cerrado “Kentucky, club de campo”, la vivienda se desarrolló en un terreno en esquina sobre la arteria principal de especial atractivo por sus hileras de añosos eucaliptos.

Recostada sobre el lateral sur del lote y abierta al norte, la casa se despoja de ornamentos; y propone formas abstractas con volúmenes austeros de líneas simples que dialogan con el paisaje por medio de la continuidad espacial a través de  amplias superficies vidriadas y espacios intermedios, como ser pérgolas y galerías.

Dos prismas, unidos por un puente que define el ingreso, organizan el programa de necesidades. El más pequeño, suspendido sobre el terreno natural y al frente del lote, es el más expuesto y corresponde al ala social con la sala de estar y el comedor principal. El otro, de mayor porte y dos niveles, se asoma por detrás y resuelve la vida cotidiana y las funciones más privadas: la planta baja, con la cocina-comedor y la sala de juegos; la planta alta para los dormitorios en suite, separados espacialmente por la doble altura y vinculados por una pasarela que valconea hacia la barra de la cocina.

El fuelle entre estos cuerpos lo establece un espacio recoleto y semicubierto por medio de una pérgola metálica que oficia de umbráculo definiendo la expansión al exterior, como reinterpretación de las antiguas galerías de las casas de campo tradicionales que se constituyen en espacios de reunión en contacto directo con la naturaleza.

Especial atención se destinó a la materialidad acentuando la depuración del lenguaje arquitectónico con el hormigón visto para la estructura y el cerramiento opaco; el granito blanco para el piso interior de toda la planta baja y el adoquín de algarrobo recuperado de los depósitos del viejo puerto de Rosario para los solados exteriores. Todos ellos le otorgan una gama acromática a la obra, interrumpida sólo por la presencia de pequeñas superficies revestidas con madera, que refuerzan la homogeneidad entre las partes, acentuando la totalidad de la obra y destacando los colores naturales del paisaje como principal lectura de intervención en el sitio.

 

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